¡¡¡QUE DESASTRE!!!

Pues sí, un desastre de viaje y lo peor ha sido el aplazamiento del juicio.
Nos quedamos como si nos hubieran echado un cubo de agua helada por encima. Motivo:
Los certificados de los cursos que nadie encontraba y un error de fecha en un documento del Ministerio de Educación de la Región. Incluso así no tendría que haber habido problema, la jueza (encima era nueva en estos temas)podría haber resuelto y pronunciar la sentencia y el tiempo de los 30 días hubiera empezado a correr mientras se subsanaban los errores, pero lo aplazó. También puede haber sido que la Fiscalía le ha interpuesto una demanda al Ministerio y esto se tiene que resolver... El caso que fue un juicio perfecto, dicho por nuestro representante y lo que nadie se esperaba es que iba a concluir así.
Imagináos cómo hemos regresado cuando ya le habíamos dicho a todo el mundo cuándo estarían los niños aquí, todos nuestros planes de verano con ellos se han ido al traste ya que nos han dicho que hasta Agosto no esperemos noticias. Encima no sabemos si tendremos que personarnos en la región para el final del juicio aunque parece que no que con nuestro representante bastará, pero aun así, ya no sabemos nada. Todo está en el aire.
Y para no acabar esta entrada con este mal sabor de boca os diré que las visitas a los niños aunque cortísimas y una sóla a cada uno han sido maravillosas en el sentido de que ya nos quieren y nos reconocen como sus padres.
El mayorcito, que ya cumplió 4 años, nos despidió con unos lagrimones cuando supo que nos íbamos porque quería venirse con nosotros y con su boquita temblando me dió un beso y me mojó con sus lágrimas, yo le repetía: ya queda poquito cariño, sin saber lo que íba a pasar. A su manita la vi decirnos adiós desde el coche hasta que ya no le veía.
En cuanto al pequeño, que en un mes cumplirá 3 años y que también nos perderemos, se me colgó al cuello y no había manera de soltarlo, cuando nos íbamos se le vió confundido entre irse con la cuidadora o con nosotros.
Están más lindos que nunca. Teníamos la ilusión que cuando regresáramos empezaríamos a preparar la habitación y a comprarles ropa, pero la verdad, se nos han quitado las ganas sin saber de nuevo una fecha.